
Envolví el tiempo en un cuento
lo acomodé en la valija
y ahora viaja en el Tren Ciberespacial
¿vos ya estás pensando con qué vas a viajar?
AHORRO PERDIDO
(De la serie Acá tá… no ta maaa)
Clarisa es la creadora del dicho “ahorremos tiempo”, una mujer que no se queda en frases hechas y poco sabe de metáforas, es literal como todos los ahorrativos.
Estas son algunas de las actividades que realizaba para conseguir llenar su cartera, bolsillos y cajones de tiempo:
En el baño hacía caca mientras remendaba un pantalón y leía una revista que había dejado apoyada en el bidet.
Hacía visitas telefónicas que le permitían saber de la vida de los otros mientras revolvía el guiso con la mano derecha y con el pie abría la canilla para lavar lo que ensuciaba.
Nunca se sentaba a comer, masticaba mientras tendía las camas y hasta se compró un plato térmico que trasladaba de aquí para allá.
Las colas en el banco, el supermercado, la mutual… ¡las interminables colas para todo!, jamás la amedrentaron, por el contrario esos momentos eran muy preciados para ahorrar, llevaba una tabla de planchar y ofrecía –por un módico pecio- dejar lisitas las camisas de los caballeros que con gusto se quedaban en cuero. Las damas también se veían favorecidas con el cabello y las arrugas bien planchadas.
Así Clarisa fue ahorrando 15 minutos, media hora o 30 segundos.
– ¡Cualquier momento es útil para ser guardado para el futuro!-afirmaba.
Los corpiños, el colchón y las medias estaban repletos de tiempo, fue cuando decidió comprarse una caja fuerte donde guardó el tiempo acumulado por años.
Entre ahorro y ahorro el tiempo pasó y un día a Clarisa le faltó tiempo para hacer un mandado y otro día no pudo coser el ruedo del pantalón, entonces fue a sacar un poco de tiempo ahorrado, pero no lo encontró.
– ¡Qué ha pasado con el tiempo! ¡Cómo se puede perder así, de la nada!
Ante la desesperante sensación que le provocó que el tiempo se esfumara, salió a la calle a pegar carteles:
NECESITO TIEMPO
COMPRO TIEMPO
DAME TIEMPO
QUIERO TIEMPO
Una joven se detuvo a leer los carteles y le preguntó:
– ¿Para quién quiere tiempo?
– ¡Para mí!
– ¿Para usted?, ¡señora a usted se le ha pasado el tiempo!
Clarisa vio que la joven se retiraba moviendo su larga cabellera de un lado a otro, como el péndulo de un reloj. Lo dicho por aquella desconocida la motivó a consultar a un Cronorólogo. Perdió tiempo en el consultorio y cuando finalmente la atendió el Dr Especialista en Problemas con el Tiempo, le hizo una sola pregunta:
– ¿Cuánto hace que perdió el tiempo?
– Hace…
– Veo que hace tanto tiempo que ni lo recuerda.
El Cronorólogo sacó un libro que en la tapa decía:
“Usos y desusos del tiempo”
Abrió en la página que trataba de las normativas a seguir respecto al tiempo, bajo el título: “Todo a su Tiempo”
El doctor leyó:
Hay un tiempo para nacer.
Hay un tiempo para saltar a la soga.
Hay un tiempo para dar besos al novio en la plaza.
Hay un tiempo para estudiar.
Hay un tiempo para casarse.
Hay un tiempo para tener hijos.
Hay un tiempo para trabajar.
Hay un tiempo para jubilarse.
Así es señora, por lo tanto su caso es de fácil solución, fíjese en qué tiempo anda y compórtese de acuerdo a la situación. Le recomiendo que no se adelante a su tiempo ni se atrase, las dos situaciones son graves, vulgarmente se la conoce como enfermedad de Malgusto o de Subique y trae serios problemas de orden social.
Clarisa salió del consultorio desorientada. Alguien la orientó hasta la casa de un sabio que, como todo sabio que se precie, usaba frases inconexas y palabras sueltas que la sabiduría del consultante se encargaba de unir.
El Sabio Sin Nombre puso los ojos en blanco y dijo:
– Tiempo perdido. Indicaciones de la A a la Z:
Aire
Beso
Cielo
Charlas
Danzas
Se detuvo y miró la larga cola de gente que esperaba ser atendida.
– No continuaré por razones de tiempo, concluyo con las tres últimas letras:
Windsurf
Yoyo
Zarandeo
No olvide que usted es la única persona capaz de hacer su abecedario.
Hoy, 3 de septiembre de 2010, Clarisa sigue al pie de la letra las indicaciones, va por la H o la J. No se sabe si podrá recuperar el tiempo perdido. El tiempo lo dirá.
También subí al tren este cuento y su vídeo porque están envueltos en el TIEMPO
Para ver el videocuento que hicimos con Sandra Luz, aquí