martes, 1 de septiembre de 2009

LOS OBJETOS DE DROME

Septiembre, un mes para saludar y demostrar nuestro cariño a aquellos maestros, profesores, auxiliares, secretarios, bibliotecarios...que son importantes en nuestra vida. Septiembre, un mes para regalarles un cuento.



A los chicos les gustan los maestros jóvenes, solía decir el señor Drome, por eso había decidido que era tiempo de jubilarse. Cuando entró a 5to B pensó que ese era el último grupo de alumnos que tendría.
Cada maestro tiene su particularidad que los alumnos se encargan de descubrir y amplificar. La del señor Drome estaba a la vista de todos, por lo cual tenía su popular apodo con el que era conocido no sólo por los estudiantes, sino por sus colegas. Incluso se sospechaba que aquello de “dromedario” había surgido de la sala de docentes, más que del recreo juvenil.
Durante los dos primeros meses del año el maestro despertó estos sentimientos en sus alumnos:
La risa, producto de la burla fácil.
El miedo a la fealdad. Las brujas y ogros siempre son espantosos, como si lo externo estuviese directamente relacionado a una brutalidad interna, es decir, una fealdad merecida.
Y finalmente asco a lo que imaginaban, porque el maestro no daba clases en cueros, sino que llevaba una camisa religiosamente prendida hasta el último botón y un saco que, aún en primavera, se encargaba de cubrir su giba.
Llegando mayo las cosas cambiaban, Drome empezaba a ser querible. Su carácter indiferente al bullicio de la clase y la manera respetuosa de tratarlos los iba conquistando.
Para Junio todos adoraban al maestro. Fue por aquella época que ocurrió lo que sólo los de 5t0 B saben. En la tercera hora un grupo pasó a exponer sobre las cadenas alimenticias. Habían estudiado poco y explicaban el tema yendo de error en error que el maestro iba corrigiendo amablemente, hasta que una de las nenas dijo:
– ­Al orden de los descompuestos pertenecen los hongos y las… ¡las panteras!
El maestro quiso aclarar “bacterias”, pero una risa suave que se convirtió en carcajada le impidió intervenir. Toda la clase lo miró desconcertada ante la risa espontánea de Drome. Cuando tocó el timbre, el maestro se secó las lágrimas con los puños de la camisa y se retiró del aula antes que los chicos.
Los alumnos miraban confusos como Drome se iba alegremente al frío recreo del invierno. En ese momento algo amarillento y arrugado asomó desde su espalda y cayó pesadamente, una caída extraña para un pañuelo. Rafael fue el primero en tomarlo y todos leyeron: “tu mamá”, bordado con hilo azul en un extremo de la tela. El pañuelo pasó de mano en mano y después de muchas discusiones tomaron una decisión:
– Vamos a darle una sorpresa al profe, le entregamos el pañuelo lavado y perfumado -dijo Gabriela que era muy detallista.
– Estoy de acuerdo -opinó Miguel - pero que esto sea una idea de nosotros, ni los padres tienen que enterarse.
Gabriela lavó el pañuelo cuando la familia se fue a dormir y sin prender la luz del patio lo colgó en el cordel. Todo estaba saliendo según lo planeado, pero a la madrugada se levantó un fuerte viento que hizo desaparecer la frágil tela.
Gabriela llegó a la escuela muy preocupada y no le quedó otra opción que contarles lo ocurrido a sus compañeros, quienes la trataron de inútil y otros adjetivos que no son para repetir.
La historia del pañuelo y su pérdida estaba casi olvidada por el grupo cuando sucedió otro hecho inesperado. Era un día lluvioso, los pisos estaban resbaladizos y los porteros echaron aserrín para evitar las caídas. Inés, la secretaria, entró al aula calzando sus famosos tacos aguja. El aserrín no impidió que la señorita patinara y cayera de cabeza entre los pies de Drome. Inés huyó del aula, dejando registros y otros papeles desparramados. Los chicos no aguantaban la risa y se tapaban la cara con sus carpetas. La primera carcajada que se escuchó salió de la boca de Drome, quien se retiró del aula llevando los papeles apoyados en su panza, mientras inclinaba el torso para reírse con más ganas. Entonces ocurrió lo que vio toda la clase, un sobre ajado cayó desde la espalda del maestro. Los chicos leyeron claramente “Para Ángel”. La curiosidad los llevó a leer aquella carta de despedida que una tal Ofelia escribió al maestro. “…a pesar de nuestro amor tengo que obedecer a mi padre“, finalizaba. La carta tenía fecha del año 1953. Para los chicos era algo muy lejano, todavía no habían nacido y el hombre no había llegado a la Luna, ¡pero Drome en esa época tenía novia!
– Deberíamos llamarlo Dino – dijo Ramiro mientras las chicas, entre lágrimas, le advirtieron que no estaban para chistes después de una historia tan romántica.
– ¿Y qué hacemos con la carta? -preguntó Yanina.
– Que uno de nosotros la guarde y se la entregamos mañana –propuso Miguel que era muy decidido.
Realizaron una votación para determinar quién la guardaba hasta el día siguiente. El más votado fue Lautaro por ser muy responsable. Pero quiso el destino que cuando el niño bajaba del auto de su papá la carta se le cayera en el agua que -a causa de la lluvia- corría con la fuerza de una catarata y desembocaba en la boca de tormenta.
A partir de entonces, por un motivo u otro, el circunspecto maestro se reía todos los días y al retirarse de la clase algo se deslizaba por su espalda: un reloj oxidado que había pertenecido a su abuelo, trozos de juguetes de madera o un disco de pasta fueron algunos de los objetos que caían en las baldosas del aula.
A pesar de la buena voluntad de los chicos las cosas siempre desaparecían, como aquel diario íntimo que quedó convertido en cenizas después del misterioso incendio en la casa de María.
Ente tantos acontecimientos el año pasó rápido y llegó el último día de clases. El maestro les entregó los boletines y se despidió diciéndoles:
– Gracias a ustedes me he reído mucho este año… ¡aah! –suspiró- me siento muy liviano.
El ventanal se abrió repentinamente y el cuerpo del maestro se unió al viento. Los chicos se quedaron mirando a través de la ventana, estaban boquiabiertos no porque el profe pudiera volar, sino porque su joroba había desaparecido.




9 comentarios:

  1. me encantó! sobre todo ese final, muy original y bello

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  2. ¡GRACIAS DIANA, CON TUS COMENTARIOS EN CUALQUIER MOMENTO SALGO VOLANDO, LIVIANA COMO EL PROFE!

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  3. TIHADA,ACABO DE EMOCIONARME CON ESTA HISTORIA DE DROME,TIENE UNA DELICADA SUTILIZA, UN ENCANTO EN SU ESCRITURA QUE NOS DESLIZA A UN FINAL LLENO DE ILUSION.POR UN LADO ,QUE BUENO PODER ALIVIANAR NUETRA COTIDIANIDAD, POR OTRO, QUIEN FUERA TAN BUEN MAESTRO ,EN ESTOS DIAS PARA SALIR ASI, SIN CARGARNOS AUN MAS Y, QUE ESPERANZADOR...ESE GRUPO DE ALUMNOS.ME ENCANTO.

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  4. QUÉ HERMOSO REGALO ME ESTÁS HACIENDO CRISTI: LA EMOCIÓN.
    DECÍS "DELICADA SUTILEZA", "ILUSIÓN", "ESPERANZA"; TODO ESO PUEDE O NO ESTAR EN EL CUENTO, LO QUE ES SEGURO QUE ESTÁ EN TU INTERIOR.
    ABRAZO!

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  5. Qué delicia de cuento. Es tan necesario no cargar con la mochila y tirar todo lo superfluo para poder volar.

    Estoy de vuelta de la playita, envuelta en sol y mar.
    Un abrazo linda Tihada

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  6. Tihada,el cuento es toda una lección de optimismo,de fluir por la vida y aprender el "desapego".
    Los chicos conocieron el presente y el pasado del maestro y vieron su actitud ante las circunstancias,su buena voluntad,su alegría,su disposición y sobre todo su libertad de espíritu,que lo elevó hacia la libertad...!!!
    Ojalá todos aprendiéramos a cerrar etapas,a vivir el presente,tomando lo positivo y seguir andando con el amor incondicional siempre puesto...!!!
    Te felicito y te dejo mi abrazo inmenso,amiga.
    M.Jesús

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  7. Te he dejado un comentario,pero creo que no ha entrado...Te decía que,los niños vieron el presente y el pasado del maestro y aprendieron su actitud de alegría,de generosidad,de confianza y sobre todo de libertad de espíritu,ensayando el desapego y el amor incondicional.
    Te felicito por el cuento,que es una maravilla.
    Te dejo mi abrazo inmenso,amiga.
    M.Jesús

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  8. Hermoso cuento Cuánta ternura en su relato!!!!
    para todos los que llevamos al maestro en el alma

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  9. muy lindo el cuento, considero que los maestras/os son una caja de sorpresa me hubiera gustado un final abierto.

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