Esa noche, mientras meditaba debajo de un puente, una luciérnaga se apoyó en su hombro:
– ¿Cómo estás Papá Noel? -le dijo.
– Veo todo oscuro.
– Por eso he venido, a alumbrarte. ¿Y cuál es la causa de tanta oscuridad?
– Nadie me reconoce y mañana es Nochebuena.
– Yo te he reconocido.
– Pero en los noticieros hablan mal de mí y hasta de las jugueterías me echan…
– ¿Hay niños dueños de jugueterías?
– No.
– ¿Y niños al frente de los noticieros?
– No. ¿Y eso qué tiene que ver?
– Pensá, siempre para las Navidades te ocultás para no ser descubierto por los más pequeños, en esta Navidad tendrás que hacer sencillamente lo opuesto.
La luciérnaga se durmió apoyando su cabeza en el cuello de Papá Noel, lo iluminó toda la noche y partió antes de ser descubierta por los rayos del sol. Cuando el viejito despertó sabía claramente lo que tenía que hacer. Acomodó su traje azul, cargó la blanca mochila y salió a buscar niños.
Primero le pareció oportuno ir por los campos y las montañas, lugares alejados de las ciudades donde nadie desconfiara de quién era él realmente. Los primeros regalos se los entregó a unos niños que guardaban los animales en un establo, después anduvo con la bici a toda velocidad para alcanzar a unos pequeños que regresaban a su casa cabalgando, y subió un empinado cerro para llegar hasta una escuela donde los alumnos preparaban un árbol navideño.
La inmensidad lo vio pasar, los desolados caminos lo ayudaron a llegar a los más recónditos lugares donde fue recibido por los niños con total naturalidad y las flores silvestres, luciendo su belleza entre los pajonales, le dieron un mensaje esperanzador:
-Lo que está destinado a ser, crecerá en cualquier lugar.
En la primera ciudad que llegó encontró unos chicos deambulando por las calles, comiendo de las sobras de los restaurantes, cuidando autos… no esperaban nada especial esa noche. El Viejito Pascuero les dejó un regalo a cada uno y un obsequio muy especial, ¡los chicos no podían creer que tenían algo así entre sus pies!
– ¿Vos sos… Papá Noel? –se atrevió a preguntar uno.
– Sí -dijo el Viejito a media voz- pero no le pueden decir a ningún adulto que me han encontrado, porque sólo los niños me pueden ver.
– ¡Contá con nosotros! –gritaron los chicos y desparecieron corriendo detrás de la primera pelota de cuero que les pertenecía.
Un grupo que dormitaba en una esquina, los que recolectaban cartones, las caras detrás de los ventanales de los hospitales para niños, ¡todos vieron pasar a ese grupo de locos felices detrás de una pelota!
–¡Ey, dónde la encontraron!
– La trajo Papá Noel.
– ¿Y dónde está?
– Escondido de los adultos.
En pocos segundos centenares de chicos buscaban a Papá Noel para que les diera su regalo. Lo reconocían a la distancia y del color del traje ni se preocupaban, ¡si nunca lo habían visto, era lo mismo que fuera verde, azul o anaranjado!
Después les llegó el turno a los chicos que estaban cenando con sus familias. El Viejito estaba sentado en la rama de un árbol pensando cómo haría para entrar a las casas sin ser visto por los mayores, cuando tres pequeños se asomaron por la ventana y gritaron:
– ¡Ahí está Papá Noel!
– Es imposible -respondió el padre con indiferencia y siguió comiendo nueces.
– ¡Vamos a ver! -dijo uno con anteojitos y sonrisa traviesa.
Papá Noel los esperó detrás del árbol. Los chicos saltaron de alegría al recibir los regalos y escucharon atentamente a ese encantador anciano:
–Dónde encontrarme es un secreto que sólo los niños deben conocer.
Los pequeños entendieron perfectamente y fueron a darle la noticia a sus primos y éstos a sus amigos, que no tardaron en llamar por teléfono a sus compañeros de escuela:
– Papá Noel está entre nosotros, un poco disfrazado para que los grandes no lo reconozcan -era el mensaje que se pasaban unos a otros.
Así Papá Noel fue de ciudad en ciudad, de país en país… y para su sorpresa distribuyó los regalos con más rapidez que años anteriores. Los chicos eran expertos en jugar a las escondidas, lo introdujeron en sus casas por lugares inesperados y Papá Noel nunca supo cómo llegó a estar adentro de una heladera, en la cucha de un perro guardián que no dejaba de lamerle la cara o colgado de la ducha del baño.
Pasó la Navidad y Papá Noel regresó a su morada con la mochila vacía. Una lechuza de ojos saltones, acostumbrada a mirar la vida de los demás, le dijo al verlo pasar:
–¡Ay Viejito Pascuero por querer cambiar a tu edad cuántos líos has armado!
– Y lo volvería a hacer querida lechuza, porque gracias a mis cambios es el año que más aventuras y alegrías he vivido.
Y la felicidad y el coraje lo acompañaron en el camino de regreso.
Mi querida Thada, cuando pase mi tempestad, vendré a leer con calma todos tus escritos, pero debo decirte que es muy grato siempre encontrarte en nuestros blogs, con un comentario cariñoso y positivo. Quedo en deuda, por estos días el tiempo me falta, mientras tomo un tecito te estoy escribiendo, un besito paty
ResponderEliminarHola Paty! Estamos al mismo tiempo tomando un té y en la compu.
ResponderEliminar¡Gracias por tu visita y no hay deudas, simplemente cuando vengas serás bienvenida!
¡Y seguiré pasando todos los días para mirar los trabajos navideños, están buenísimos!
ABRAZO!!!
Que bonito Tihada, me ha encantado el cuento, cuanta enseñanza nos dejas en este cuento, y el niño de los anteojitos que gracioso me lo imagino con su carita mirando a papa noel hacia arriba con una enorme sonrisa traviesa.
ResponderEliminarun besito guapa!! gracias por acompañarme en mi cumple
y un abrazo navideño
Pao
Hola PAO! Gracias por venir a leer la segunda parte!´
ResponderEliminarFue muy grato compartir, a la distancia, un día tan especial para vos.
Un fuerte abrazo Pao!
Acá estoy disfrutando del final de esta bella historia! ¡Un cuento que tiene muchas historias en su interior, como la mayoría de tus cuentos!
ResponderEliminarAbrazo!!!
Querida Cris, parece que cuando anduviste en mi compu dejaste un mensaje que se grabó a mi nombre, jeje! ¡Lo que vale es la intención de aprender! ¿Viste que por fin logré poner las imágenes de mis blogs favoritos? jaja!
ResponderEliminarBESOTE!
Hola Thiada,haré un link en mi blog con esta maravillosa historia para extender la alegría de leerlo.
ResponderEliminarMuchos besos
Esmeralda
Hola Esmeralda!
ResponderEliminarMil gracias por la generosidad de tu idea! Es mi deseo que las historias sean leídas por muchas personas y, especialmente, que lleguen a los chicos!
Un fuerte abrazo!!!
Y gracias nuevamente!
Maravilloso y genial. Felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminarHOLA ALMA! Qué hermosa sorpresa encontrarte en el blog. Cada tanto he pasado a mirar el tuyo y me alegra mucho tu regreso. Por allí andaré.
ResponderEliminarUn gran abrazo!!!
¡Me gustó cómo lo continuaste!
ResponderEliminarTe dejo un abrazo y felices fiestas!
Mario
Hola Mario! Gracias por regresar a leer el final!
ResponderEliminarFelices fiestas!
Abrazo!!!