Si sos docente, cuentacuentos, ilustrador, locutor...
si sos padre/madre, abuel@, tío/a...
si tenés ganas, porque sí, porque te gustó...
podés cumplir el pedido de este cuento:
Busco manos solidarias que al leerme, en cualquier lugar y situación, tejan (regalen, compartan...) bufandas, sacos, mantas...¡lo que sea!, para que el mundo esté más abrigadito....
La Bufanda Humanitaria
Las hermanas Pascualini,
tejedoras como ellas ya no hay. Una derecha, la otra zurda, cada una con una
aguja tejen el mismo saco y veinte gorros mientras esperan que hierva el agua
para el té. Ellas son así: tejen a la par y si una empieza a hablar, la otra la
idea la va a terminar.
– ¡Vení Torcuato…! -dice Eulalia.
–…a desovillar un rato -completa
Flavia.
Y por la ventana aparece el
ayudante, un gato especialista en ordenar la lana por color, meterla en los
canastos, hacer trencitas con las uñas y la punta del bigote, ovillar con las
patitas delanteras y desarmar un tejido con la patitas traseras.
– Se escapó un punto, necesito…
–…tu ayuda lindo gatito.
Y Torcuato ataja con la lengua a
ese punto travieso que trae dolores de cabeza a muchas tejedoras que no tienen
un gato experto en hallar puntos invisibles, saltarines, incorregibles y colocarlos en el lugar del tejido del que se
ha ido.
Las tejedoras Pascualini han
ganado una merecida fama, por eso tienen mucha clientela. Les piden un tapado,
una frazada o un sombrero alado y ellas tejen hasta cuando hacen los mandados.
Entre los clientes tienen uno
especial, el señor Ledesma. Lo conocieron una mañana de invierno que llegó a lo
de las tejedoras a encargar una bufanda amarilla y antes que él apoyara su
bicicleta en el árbol ya se la habían
terminado.
– ¡Caramba, con qué rapidez hacen
una bufanda! -dijo sorprendido el señor Ledesma. Desde ese día, todas las
mañanas llegaba con su bicicleta, tocaba una campanita y llamaba:
– ¡Eulalia, Flavia, Torcuato,
vengo por una bufanda!
A las hermanas Pascualini las
intrigó la actitud de Ledesma y, mientras una manejaba con pericia la aguja
derecha y la otra con destreza la aguja izquierda, Eulalia expresó una idea que
Flavia concluyó:
– Para qué quiere tantas…
– bufandas
– si tiene un solo…
– cuello
– ¿Dónde las guarda o
–…las expone?
– ¡Tal vez es un…
– coleccionista de bufandas!
Hasta que un día, después de la
bufanda 313, decidieron saber qué sucedía.
– Torcuato dejá de jugar con…
– el ratoncito Ñato.
– Preparate que esta noche…
– salimos a ver qué hace el señor
Ledesma.
Torcuato por los techos y ellas
en patineta persiguieron a Ledesma que salió en su bicicleta con la bufanda
azul con rayas grises que le habían hecho esa mañana. Anduvieron muchas
cuadras hasta llegar a un portón donde un hombre dormía en la vereda. Ledesma
lanzó su bufanda que giró en el aire y se enroscó en el cuello del anciano.
– ¡Oh, el señor Ledesma es un
amaestrador…
– de bufandas!
– ¡Expertas en detectar…
– desamparados!
– ¡El señor Ledesma es un
especialista…
– en dar calor al mundo!
– ¡Un abrazador…
– de cuellos fríos!
Tan impactadas quedaron Flavia y
Eulalia que esa noche tejieron la bufanda multicolor más larga del mundo, cien cuadras dicen algunos, ¡otros opinan que mil! Torcuato y el ratón Ñato ayudaron con los bigotes,
las colas y las patas.
Temprano, cuando Ledesma llegó a
encargar una nueva bufanda, se encontró con Torcuato que de un salto se subió
al manubrio y le entregó dobladita y con moño la Bufanda Humanitaria.
Eulalia y Flavia lo saludaron desde la ventana, estaban felices porque sabían
que desde ese día el mundo iba a estar más abrigadito.
Y si no es mucho pedir, me encatará saber sobre la experiencia realizada
Los invito al blog Cuaderno de Colores y las propuestas del Hada de los Cuentos para tratar la solidaridad con los niños
¡Es una bellísima historia!En estos tiempos que tanto se necesita la solidaridad...resulta perfecta para trabajar con los niños este valor.Muchísimas gracias. Un beso enorme
ResponderEliminarHermosa historia ..
EliminarLa voy a utilizar con mis niños de jardín de infantes.
Gracias
Precioso relato. Se lo leeré a mis niños en clase. Un beso.
ResponderEliminarQue vivan las tejedoras!
ResponderEliminarQue serìa del mundo sin ellas?
Hermoso Tihadamadrina, como nos tenès acostumbrados.
Mil besos abrigaditos.
Ojalá se cumpla el pedido de este cuento y se tiendan muchas manos solidarias pot todos los rincones del mundo.
ResponderEliminarBesitos
Qué bello cuento! Tus palabras fueron como un tobogán-bufanda que por un momento me dejaron habitar ese universo de magia y fantasia. Te felicito y agradezco por compartirlo con el mundo.
ResponderEliminarMe encantaría ilustrar tu historia, aceptarías el regalo? Mi correo es ilustricia@gmail.com
Hola Patricia!!!
EliminarGracias y qué alegría me das con tu propuesta!!! Si hay algo que quiere este cuento es recorrer el mundo y , como la bufanda, calentar los corazones!!!
Empezá con las ilustraciones cuando quieras!!! En esto días te estoy escribiendo a tu correo!
ABRAZO ABRIGADITO!!!
Lo prometido es deuda... Porfa revisa el correo.
ResponderEliminarCariños! Buena semana para vos y todos los que nos lean!
Hola Patricia!!!
EliminarYa vi la ilustración!!! Preciosa! En unos días la subo! Muchas gracias!!!
Abrazos!!!
Preciosa historia!!!
ResponderEliminarCalienta cuellos y almas!!
Gracias María Arantzazu (precioso nombre), los comentarios como el tuyo también calientan el alma!
Eliminarme encantó la historia, ya estoy pensando en llevarla al escenario de la escuela!!!
ResponderEliminar