Gatito
mimoseaba todo el día, entre la lengua de mamá que lo bañaba y las patas de
papá que lo hacían gambetear con ovillos de lana.
Hasta
que llegó el día que Gatito quiso salir a cazar un ratón y la mamá los pelitos
del hocico le tiró.
–
¡Ya tengo dientes y garras! -protestó Gatito.
Pero
mamá y papá quisieron que estuviera acostado cerca de sus pancitas.
Gatito
panza para arriba pasó los veranos y los inviernos, hasta que un día estaba tan
aburrido que saltó el tapial y se encontró con una linda Gatita que bailaba en
una pata.
–
¿Cómo hacés eso? -dijo Gatito.
–
¿No has aprendido a hacer equilibrio?
– No
–
¿Y a deslizarte en los tejados?
–
Tampoco
–
¿A caminar sobre un cable, trepar un
árbol y dormir colgado de una rama?
–
Nada de eso me han enseñado.
–
Oh, qué pena…Pero si es tu deseo aprender soy la dueña de Circo de los Gatos
Equilibristas Equilibrados.
A
Gatito se le iluminaron los ojos. Les contó miau miau a mamá y a papá que se
quedaron desconcertados cuando lo vieron partir.
Todos
los días mamá gata y papá gato se sentaban en el tejado y repetían esta
conversación:
–
¿Por qué teniendo tapial cerquita, todo cercado
–
y gatita vecina
–
ratones en casa
–
ovillos para jugar
–
se fue con los Equilibristas
Equilibrados?
–
¡Equilibristas disparatados! -gritaba enojado papá gato.
La
luna y también el sol los escuchaban maullar sobre el hijo gato que no quiso
quedarse en un lugar tapiado.
–
¡Y si cae en la boca del león!
–
¡Que siempre tiene su boca abierta!
–
¡Esperando su caída!
–
¡Para glup, glup, glup, degluptirlo!
–
Deglutirlo -corregía mamá gata.
–
Y ni qué hablar del mago.
–
Un desconocido que lo puede transformar en…
–
Perro, elefante o…ratón
–
¡Oh, qué desgracia caer en esa condición…!
La Luna decidió no aparecer por las noches para no
escucharlos. Cuando el sol se enteró
también se escondió, por eso los días fueron nublados y las noches muy oscuras
para los padres de Gatito. Hasta que una mañana el Gato Cartero en el techo un
mensaje dejó: “Mamá y papá los invito al espectáculo que voy a presentar”.
El
Sol les regaló rayos dorados y salieron muy engalanados. La Luna apareció para guiarlos
con su luz.
Miau,
miau en primera fila se sentaron mamá y papá gatos.
El
Gato Presentador anunció:
¡Con
ustedes el Gato estrella
quedarán
asombrados con sus destrezas!
Y
Gatito fue aplaudido por las mil y una maravillas que hizo: ¡desde nadar
disfrazado de pez hasta bailar un tango con Gatita subidos a un clavel!
A
la salida los Gatos Periodistas quisieron entrevistar a los padres del artista:
– ¿A quién salió tan talentoso?
– ¿A quién salió tan talentoso?
–
Ah, por la crianza -dijo papá gato.
–
Tenemos un hijo tan valiente -dijo mamá gata.
Desde
entonces, los ve la luna y el sol los ve cómo cuentan las hazañas que Gatito
logró gracias a ellos. Los vecinos sonríen y subidos a las chimeneas miau miau
comentan:
–
¡Es verdad, el amor apretujado lo convirtió a Gatito en un equilibrista!
–
¡Y de un mal cazador de ratones se transformó en un gran artista!
Es una historia muy bonita la del Gatito Equilibrista. Me ha gustado mucho. A veces deberíamos serlo todos un poco y arriesgar en pos de nuestros sueños.Es una delicia leer tus cuentos. Un abrazo muy grande
ResponderEliminarComo siempre, he pasado un rato entretenida leyendo tan hermoso cuento. No se puede tener a los hijos encerrados para siempre en una burbuja de cristal, hay que dejarlos volar.Me encanta el cuento, Ana. Un abrazo.
ResponderEliminarAna Gracia, mi solidaridad con la Ciudad de La Plata.
ResponderEliminarEspero estés bien y que prontito pase esta tragedia.
Mi abrazo grande para vos y tu gente.