Esta historia es una muestra de lo que puede llegar a ser un ser agradecido cuando se encuentra con otro bien nacido.
Ella vivía en el 7mo A y él en el 7mo B. Buenos días, buenas tardes, buenas noches cordiales y formales era lo que se dijeron durante más de un año; hasta la noche que la señorita Valente descubrió con horror que no tenía azúcar y después de mucho pensarlo tocó la puerta de su vecino.
– Claro que tengo azúcar -dijo el señor Del Río mientras le entregaba un paquete sin abrir.
Y que es mucho, y que no, y que sí. Finalmente la señorita Valente se llevó el paquete entero. La torta le salió muy rica, pero la atormentaba una idea: “cómo devuelvo este favor.” Finalmente decidió regalarle a su vecino una canasta con alfajores, dulce casero y caramelos de azúcar quemada.
– Ah, no puede ser, yo sólo le dí azúcar y usted me trae estas exquisiteces hechas con sus propias manos.
Él no pudo dormir esa noche engolosinado y pensativo: “cómo hago para retribuir estos manjares”. El destino lo ayudó a ser generoso. A los pocos días salían juntos del edificio cuando la señorita Valente se resbaló e iba a caer de panza, cabeza y cuello, ¡todo al suelo!; pero el señor Del Río, con una agilidad producto de su agradecimiento, se tiró al piso y sirvió de colchoneta humana. Sanita de cuerpo entero quedó la vecina y quebrado por todos lados el señor Del Río.
Como muestra de gratitud la señorita Valente sacó licencia en su trabajo para curar y alimentar las 24 horas a su vecino que estuvo enyesado varios meses. Él se recuperó satisfactoriamente de las cicatrices externas, pero tenía una gran fisura interna que no lo dejaba respirar: “me juro a mí mismo y por todos mi agradecidos antepasados que cuidaré a la señorita Valente cuando enferme”. Para desgracia del buen hombre, la vecina era muy sanita, pasaban los meses y nada le ocurría. Él se esmeraba en ayudarla: estornudaba en la nariz de la mujer y pagó a todos los vecinos del edificio que tuvieran gripe, varicela, paperas, empacho o calambres para que pasaran por la casa de la señorita Valente y le dejaran microbios, dolores o malos pensamientos. Se gastó fortunas, ¡pero esa mujer tenía unos anticuerpos bien gordos, no se agarraba nada!
–No me queda otra -dijo afligido el señor Del Río y, movido por un sentimiento generoso, le tiró a su vecina una maceta en la cabeza.
Los primeros auxilios, acompañarla al doctor, curarle las heridas y pasar noches en vela fueron algunos de los cuidados que el bueno de Del Río le suministró a su vecina.
Infinitamente agradecida la señorita Valente lo invitó a cenar a un restaurante.
Ella pagó el lechón arrollado.
Él pagó las copas heladas.
Ella invitó con un café.
Él con unos licores.
Ella compró los bombones.
ÉL las medialunas y el café con leche.
Ella el copetín de media mañana.
Regresaron casi al mediodía en condiciones horripilantes, con los botones desprendidos. La extralimitación en los agasajos culinarios la sufrieron todos los vecinos, las lámparas temblaron y las paredes se rajaron cuando él se acostó en su camita y comenzó a desinflarse. En cuanto a la señorita Valente, tuvo que dormir parada para eructar a gusto. Los vecinos pensaron que un terremoto y los truenos de todas las tormentas de verano se habían dado cita aquella mañana.
Entre retribuciones y temblores se comprometieron formalmente. Continuaron jugando a “pago lo que te debo”.
– No puedo ir a jugar al fútbol, debo pintarle el departamento a mi amada.
– Tengo que acompañar a mi amado a comprarse un peluquín.
– Debo estar en el cumpleaños de su abuela y en el casamiento de su prima.
– Debo ir al velorio de su amigo.
– Y comprar escarbadientes para limpiarle el ombligo.
Así viven. Él da y ella espera. Ella da y él espera. Ella se brinda con reservas. Él se reserva la opinión de lo que espera. Él siente displacer en complacer. A ella le complace padecer.
Ay Tihada! ¡Qué cuento más lindo! Comencé a leer las primeras líneas y no pude parar hasta lo último, es muuuy llevadero y atrapante.
ResponderEliminarMe encanta cómo escribís, cómo diagramás todo y la forma en que expresás la idea.
La parte en la que el Señor Del Río le tira una maceta en la cabeza para después curar a la Señorita Valente, es la mejor! jaja. Tenía que encontrar algo para retribuirla sí o sí!
La última parte es increíble! Vos sí que sos de otro planeta, estas maravillosas ideas no se le ocurren a cualquiera! ¡Qué escritora!
Un beso enorme!
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Bere,SOS DE OTRO PLANETA!!
ResponderEliminarUna historia desopilante, no paro de reir con tus ocurrencias, de dónde partiste y a dónde llegaste con esta cadena de favores...es genial!!
Me hiciste olvidar por un buen rato de esta peste que tengo que no me deja respirar.
Ahora que ya me contaste el cuentito de las buenas noches ,me voy a dormir...
GRACIAS POR TU AMISTAD!!!
FELIZ DÍA !!
UN GRAN ABRAZO.
Berenice y Sandra, no sé si agradecerles el comentario "sos de otro planeta" ... De todas maneras, me dejaron contenta!!!
ResponderEliminar¡Y FELIZ DIA DEL AMIGO a todos los que pasan por acá y comentan, comparten historias, expresan emociones, estimulan a seguir, dejan regalos, inspiran, dedican parte de su tiempo... ¿se dan cuenta? todas las cualidades de un amigo ¿virtual? ¿qué es eso que llamamos realidad? ¡Todo es real!
Bendiciones y gracias!!!
Que mi abrazo llegue a cada uno de ustedes!
Hola Tihada, estoy de acuerdo también, pero vaya! qué imaginación tienes!, te felicito de veras, me encantó. No pude dejar de leerlo, engancha.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande.
Jajajaja, que lindo!!!!!
ResponderEliminarEl señor Del Rìo y la Srta. Valente...como tantas parejas con sus peculiares modos de ser...
Hermoso Querida Tihada, Te deseo un feliz Dìa del amigo, hoy y siempre.
Gracias por tu cercanìa.
Hola Tihada, hermoso cuento-realidad pues es más habitual de lo que parece por lo menos aqui en el Pais Vasco. El tema de las rondas es muy corriente, estás con un amigo e invitas a una ronda de vino, el amigo se sentirá obligado a invitar a su vez a otra tanda de vinos y así sucesivamente. Muy acertada la historia que has contado pues nos refleja de alguna forma. UN fuerte abrazo.
ResponderEliminarUna mágica forma de hacer del agradecimiento un habito cotidiano como debe ser!
ResponderEliminarUn Besito Marino
Bonito cuento, un placer leerte.
ResponderEliminarte dejo mis saludos y deseo tengas
un feliz fin de semana.
un abrazo.
Precioso :))))))) he disfrutado mucho leyendolo!!
ResponderEliminarBesitos
Me encanto tu historia, que imaginación.
ResponderEliminarMe gustó eso de "el destino le ayudo a ser generoso"
Aunque tu historia me hizo reir podría decirte que nuestras vidas son un cúmulo de retribuciones -Todo ocurre por alguna razón-
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué bueno!!, me ha encantado la historia. Quizá el problema es que no hemos aprendido a recibir y nos sentimos en la obligación de responder.
ResponderEliminarBesos linda hada...cambio y cortooo.
Recibo tu comentario Máriaaaa!!! Cambiooo, jajaj!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amiga!
Me encantó. Lo voy a tomar.
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